Otra vez la Liga Tucumana quedó envuelta en un escándalo. Tras el fallecimiento de Agustín Lazarte hace menos de tres semanas, esta vez fue la violencia la que dejó expuesta a la entidad madre del fútbol tucumano.
En la tarde/noche del martes se jugaron los partidos correspondientes a los cuartos de final Juveniles en cancha de Central Norte y los que abrieron la jornada fueron San Martín con Fundación Mapa (2006). Luego el “santo” enfrentó al CEF 18 (2008) y por último jugaban Atlético B y Sportivo Guzmán (2007), partido que terminó con serios incidentes y desnudando las falencias a la que, lamentablemente, nos tiene acostumbrados la Liga Tucumana.
El 0-0 entre “decanos” y “julianos” derivó en una definición por penales que quedó en manos de Atlético, pero la situación no terminó allí. Según cuentan los testigos, algunas burlas y festejos desmedidos terminaron en una gresca generalizada que incluso (por lo que se puede ver y escuchar en los videos que circularon en las redes sociales) fue alentada por algunos padres. ¿El saldo? Varios jugadores golpeados y el plantel de Atlético encerrado en el vestuario esperando la llegada de efectivos de la policía, debido a que este último partido se jugó sin seguridad, por lo que pudo averiguar LA GACETA.
“Lo que pasa en las canchas es lo que se ve todos los días, lo que ocurre en la sociedad. Esos chicos además de ser jugadores de fútbol son personas que conviven nuestra misma realidad. Nosotros tenemos que trabajar mucho para que ellos no lleguen a eso y que sigan siendo las mismas personas dentro y fuera de la cancha”, explicó Antonio Ruiz Riera, coach que trabaja con las divisiones inferiores del “decano”.
Que Argentina es un país muy pasional, es cierto. Que el fútbol muchas veces es tomado como algo de vida o muerte, cuando en realidad se trata de una actividad deportiva recreativa, también.
La exposición mediática que existe desde categorías menores, el consumo de redes sociales y la presión de los padres que -en la mayoría de los casos- espera que los niños terminen por salvar económicamente a la familia son algunas de las cuestiones que atentan contra el desarrollo natural para chicos que terminan por olvidarse que transitan un periodo de aprendizaje y no de competencia. “Esas presiones de parte de los padres sobre los chicos, los rendimientos y resultados deportivos afectan profundamente en el juvenil. Los papás deberían dejarlos disfrutar, formarse y el tiempo dirá si se convierten en jugadores profesionales que puedan vivir del fútbol”, comenta Matías Torres, coordinador de fútbol de San Martín.
Situaciones como la que se vivieron el martes abundan en las canchas tucumanas, no sólo en el fútbol. Clubes como Atlético y San Martín hace poco comenzaron a trabajar en la contención emocional de los chicos. Está claro que estos clubes tienen un respaldo económico que les permite brindarles diferentes herramientas para el desarrollo integran del juvenil.
Incidentes
La situación económica de la mayoría de los clubes no les permite abarcar todas las disciplinas que debería incluir, pero aparentemente será necesario que desde los entes organizadores tengan en cuenta a exigir en el corto plazo, así como se necesita un técnico, un preparador físico, un médico o masajista, los clubes deberían brindarle a sus jugadores esa contención emocional que puede aportar un psicólogo. Evidentemente es necesario para garantizar un entorno saludable y seguro, adecuado para jugar como niños y no como adultos. Y ojo, que no solos los clubes y la Liga deben adecuarse a los nuevos tiempos. También padres, entrenadores, árbitros, policías deberían poder ser guías responsables para los chicos, trabajar con el respecto necesario para que la actividad se desarrolle en un espacio de placer y alegría.
“Estamos viviendo en un clima de agresión y violencia, creo que es momento de parar la pelota y que se realicen profundas reflexiones. ¿Qué tipo de torneo quiere la Liga? Hay que tener en cuenta todos los detalles que hacen a cada evento (estados de campos de juego, canchas y predios cerrados, capacidad y calidad de arbitrajes, actualización en la formación de técnicos y formadores, costos de torneo, sanciones ejemplificadoras) y tantos otros detalles que hacen a qué todos los que somos participes principales estemos a la altura de poder llevar adelante un fútbol que debería ser formativo e inclusivo, en dónde la familia vaya a disfrutar y no ser cómplice también de acciones que están lejos de ser el alma pura del mejor deporte del mundo”, explicó el coordinador de San Martín.
Por lo pronto, árbitros, responsables de la Liga Tucumana, del club Sportivo Guzmán y los encargados de la seguridad eligieron el camino del silencio. Quizás en las próximas horas hayan comunicados oficiales, pedidos de disculpas y un cúmulo de palabras que mientras no se transformen en acciones seguirán sin tener valor. El fútbol tucumano parece haber heredado el “todo pasa”, frase de cabecera de Julio Grondona -mandamás histórico del fútbol argentino- acostumbrado a hacer rodar la pelota a cualquier costo.